El movimiento feminista del 8 y 9 de marzo hizo historia, de acuerdo al comunicado de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX la asistencia a la marcha fue de 80,000 personas, cifra que cualquiera que haya visto las tomas aéreas de la movilización podría inferir que fueron más.

Como mujer puedo decir que la experiencia estos dos días fue única, en mi mente y corazón hay todo tipo de sentimientos: amor por las mujeres que alzaron la voz; tristeza por las miles de caras en pancartas que cargaban padres, madres, hijas y hermanas exigiendo justicia por las mujeres desaparecidas o asesinadas; impotencia y dolor por todas aquellas que cargaban su expediente sin resolver de casos de violaciones, abusos , acoso y que gritaban fuertemente por acabar con la impunidad; odio por todos aquellos que siguen ciegos, porque su machismo no los deja ver más allá de sus costumbres patriarcales y misóginas; miedo de saber que mientras muchas fuimos a gritar y exigir nuestros derechos, otras no van a poder hacerlo el día de mañana; desprecio por la minimización de nuestro gobierno sobre un movimiento que no solo está presente aquí en México sino en todo el mundo y que el día de hoy esta más vivo y fuerte que nunca.

Durante el paro intenté reflexionar todos esos sentimientos, tenía curiosidad por saber que pasaba allá afuera, que decían los medios, las redes sociales, cual había sido el impacto, ¿habíamos logrado algo?

En mi mente solo pude dar gracias porque sabía que yo tenía el privilegio de regresar con vida al siguiente día, sin embargo, muchas de mis hermanas probablemente no pudieron. Sabiéndome afortunada sentí una euforia dentro de mi: ¡Lo estamos logrando, el feminismo va a vencer! En mi mente retumbaba la frase “¡Abajo el patriarcado se va a caer, se va a caer!”, sentí la fortuna de poder ser parte de este movimiento y el honor de poder hacer un cambio en la sociedad.

Hoy, 10 de marzo, me toca bajarme de mi nube emocional y analizar la realidad. En el equipo de Analytics de StreamicsLab, realizamos un análisis de la conversación en redes sociales donde se analizaron 362,371 contenidos únicos tomando en cuenta los HT #El9NadieSeMueve, #El9NingunaSeMueve, #Paro9M, #UnDíaSinEllas, #UnDíaSinMujeres, #YoNoParo, #YoSíTrabajoEl9 utilizados durante el 9 de marzo; estos contenidos fueron escritos por 47,498 usuarios únicos.


El 79% de la conversación se pronunció a favor del paro, sin embargo, en los ejes temáticos de la misma, las opiniones se dividen.

Existen mujeres que no realizaron el paro y que criticaron al mismo. Personas a favor de él, pero en contra de que se ataquen a los hombres. Hay comentarios expresando que la manera de realizar un paro es un mal ejemplo para los jóvenes y por último está la parte mediática de las empresas que respaldaron el movimiento.

Se podría inferir mucho acerca de los diversos contenidos, mi principal análisis es que muchos no conocen el verdadero significado del feminismo, cuál es su finalidad y cuáles sus objetivos. Existe una ola de desinformación muy grande que tiene que terminar, a pesar de ella mi pregunta real es ¿llegó el mensaje a donde tenía que llegar? ¿Se cumplió la finalidad del paro?

En Comunicación, existe una teoría llamada “La espiral del silencio” de Noelle-Neumann, la cual básicamente se trata de que no se exponen opiniones cuando éstas no son iguales a las de un grupo mayoritario, por lo cual nunca sabremos si las personas que expresaron su opinión a favor del paro estaban realmente apoyándolo.

¿Qué esperar de este movimiento? ¿Un cambio significativo en la cultura machista mexicana? ¿Qué tanto cambió el concepto de equidad de género en las personas? Quisiera ser la persona más positiva en este momento y creer que durante las siguientes semanas habrá un periodo de reflexión de lo que ha pasado y que, poco a poco, el mensaje irá permeando en la mente y la vida diaria de las personas, es algo que solo el tiempo lo dirá. Por lo pronto sé que hay mensajes que sí llegaron “¡No estamos solas!” “¡Alcemos la voz!” “¡Pase lo que pase ya no nos vamos a callar!”.

El tema ya está en la mesa y en la agenda pública, se habla, se cuestiona y se debate, no ha quedado en el vacío, justo lo que en estos momentos se necesita.
Confío en que esta lucha no se va a apagar, confío que en las futuras generaciones tomarán como ejemplo esta lucha para cambiar pensamientos machistas, micromachismos, discursos de odios, entre un largo sinfín de etcéteras.

Hay un largo camino que recorrer, pero esta vez nadie nos para.

-Eréndira Vega

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